En 1906, Elias
Disney decidió empezar una nueva vida en una granja cerca del pequeño pueblo de
Marceline, Missouri, donde Walt descubrió la naturaleza y los animales. También
entonces nació su interés por el dibujo, que compartió con su hermana pequeña, Ruth.
Elias Disney hacía trabajar tan duro a sus hijos en el mantenimiento de la
granja que los dos mayores, Herbert y Raymond, decidieron dejar el hogar para
instalarse por su cuenta otra vez en Chicago.
El triunfo del
ratón Mickey
Con la
determinación de eliminar en lo sucesivo los intermediarios, Disney concibió
durante un viaje en tren de Hollywood a Nueva York a Mortimer, un ratoncito
rebautizado luego con el nombre de Mickey por sugerencia de su esposa y al que
Iwerks dio forma. Así lo contó Disney, pero, en realidad, la paternidad de
Mickey Mouse ha sido siempre motivo de polémica, y actualmente tiende a
atribuirse el propio Iwerks. En octubre de 1928, cuando Disney buscaba
distribuidor para las dos películas que había producido con Mickey Mouse como protagonista,
se proyectó el primer filme del cine sonoro. Adelantándose a otros productores
que creyeron pasajera aquella innovación, Walt se apresuró a incorporar el
sonido a una tercera película de Mickey, Willie en el barco de vapor (1928).
Buen imitador de voces y acentos, Disney hizo que el ratoncillo y su novia,
Minnie, hablaran con su propia voz para abaratar costes. La película, estrenada
el 18 de noviembre de 1928 en un teatro de Nueva York, obtuvo un rotundo éxito
de público y crítica.
Los largometrajes
Cuando ya se
había hecho un nombre en la industria de Hollywood, Walt Disney emprendió una
iniciativa arriesgada y sin precedentes: producir el primer largometraje de
dibujos animados de la historia del cine. Blancanieves y los siete enanitos (1937)
demostró no sólo que Disney y su equipo eran unos virtuosos de la animación,
sino que los dibujos animados podían ser todo un género cinematográfico. La
película recaudó cuatro millones de dólares, todo un récord para la época, pero
dejó endeudado a Disney hasta 1961 por culpa de la amortización de los créditos
que tuvo que pedir, ya que el presupuesto inicial de 500.000 dólares de la
película había acabado triplicándose.
Lo mismo sucedió
con Fantasía (1940), que costó 2.300.000 dólares. En ella dibujantes y
animadores combinaron las evoluciones de los personajes de dibujos animados con
la música de Stravinski, Dukas, Beethoven, Ravel, Bach o Chaikowski.
Considerada una obra maestra por unos y una insultante caricatura de la música
clásica por otros, Fantasía no fue la «obra total» que Walt Disney había
imaginado y deseado. Estos fracasos comerciales abrieron una importante brecha
económica en la empresa, paliada poco después por los éxitos consecutivos de
Dumbo (1941) yBambi (1942).
Disneylandia
En 1953, después
de ganar un nuevo Oscar al mejor documental con El desierto viviente, inició
conversaciones con la cadena televisiva ABC para ceder la emisión de sus
películas al nuevo invento. A diferencia de otros productores de Hollywood, que
la consideraban una amenaza, Disney creyó que la televisión era un excelente
medio de difundir sus productos. Un año después inició la realización de filmes
específicamente para televisión, la parte de su producción artística más
denostada por los críticos. Críticas que también le lloverían años después con
Mary Poppins(1964), su primer largometraje con sólo actores reales. Pero a
Disney no le importaron, porque esas películas le daban el dinero que
necesitaba para hacer realidad un proyecto que acariciaba desde hacía tiempo:
construir un enorme parque de atracciones basado en sus personajes.
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